El filipino sorprendió con su nivel, hizo historia como miembro del Salón de la Fama en activo y puso contra las cuerdas al campeón mundial, sin embargo, los jueces no lo vieron ganar
AGENCIAS
Manny Pacquiao, leyenda viviente del boxeo, regresó al ring a sus 46 años de edad, después de cuatro años de retiro, en una pelea de campeonato mundial. El resultado, empate mayoritario ante el texano Mario “El Azteca” Barrios, quien retuvo su cinturón welter del CMB, pero se fue abucheado del MGM Grand Garden Arena de Las Vegas.
El combate, histórico por donde se le mire, marcó la primera vez que un miembro activo del Salón de la Fama disputa una pelea de título mundial, y también la pelea número 16 de Pacquiao en este recinto, considerado su segundo hogar.
Aunque visiblemente más lento, el filipino lució en buena forma y tuvo momentos brillantes ante un rival 16 años más joven, que pareció contenido por el respeto a la figura que tenía enfrente.
Solo tuve un par de meses para entrenar por las elecciones en Filipinas. Necesitaba más tiempo para una pelea de campeonato. Me gustaría una revancha”, dijo Pacquiao al final, aún con la adrenalina recorriéndole el cuerpo.
El veterano ingresó al cuadrilátero con una enigmática playera blanca con la palabra “Adiós”, y al subir al ring hizo su tradicional oración hincado en una esquina. Como en los viejos tiempos, su entrenador de toda la vida, Freddie Roach, estuvo a su lado.
Un detalle curioso, cuando Juan Manuel Márquez lo noqueó en 2012, Barrios apenas se preparaba para debutar como profesional, lo cual hizo un año después, en noviembre de 2013. Y ahora, más de una década después, compartieron ring.
Durante la pelea, Pacquiao usó medias de compresión hasta debajo de la rodilla y sus característicos guantes rojos brillantes, que lograron romper una y otra vez la guardia del texano.
En el primer asalto, el público explotó al ritmo de “¡Manny, Manny!”. Barrios estudió demasiado, mientras Pacquiao tomaba la iniciativa. En el segundo, el texano cayó brevemente por un resbalón, pero respondió con combinaciones que sacudieron al filipino. El tercero fue un toma y daca que terminó con sonrisas de ambos tras una intensa ráfaga de golpes.
Conforme avanzó el combate, Barrios cometió golpes bajos por los que fue advertido. Su ritmo fue errático, soltando manos solo en los últimos segundos de cada round, estrategia que no convenció a nadie. La mejor versión de Pacquiao apareció en el octavo episodio, donde arrolló al campeón con combinaciones limpias que dejaron sin respuesta a Barrios.
Un resultado polémico
Después del décimo asalto, la esquina de Barrios le exigió dejar de tenerle respeto al ídolo, advirtiéndole que la pelea se le escapaba. El cierre fue parejo, pero los potentes uno-dos del filipino siguieron entrando sobre el rostro del campeón.
Las tarjetas marcaron 115-113 para Barrios, y dos empates 114-114, decretando empate mayoritario. El público no lo tomó bien y los abucheos inundaron la arena, incluso analistas televisivos vieron ganar a Pacquiao por al menos dos rounds de ventaja.
Yo creo que gané la pelea. Fue una pelea cerrada. Él es un muy buen peleador”, expresó Pacquiao con elegancia tras el combate.
Por su parte, Barrios se dirigió al público con humildad: Agradezco a los fans mexicanos, a los filipinos, y a Manny. Me encantaría darle la revancha”.
Esta es la primera vez que Pacquiao empata desde 2004, cuando igualó con el mexicano Juan Manuel Márquez en su primera batalla. Hoy, más de 20 años después, el ídolo filipino sigue demostrando que su legado no tiene fecha de caducidad.