Judith Franco Ainza
Asesinan a anciana de 70 años al impedir ejecución de su hija
¿Qué no hace una madre por un hijo o hija? Da hasta la vida y anoche así lo hizo una mujer identificada como Hilda, de 70 años, quien se interpuso entre el sujeto que intentaba atacar a balazos a su hija, quien convalecía en su casa de un anterior ataque armado, y recibió un impacto de bala en la cabeza, mientras que la joven fue llevada a recibir atención médica.
El trágico e impactante hecho, que parece la trama de una película ocurrió aquí, en Hermosillo, en la colonia La Cholla, un asentamiento con altos índices de marginación, de violencia, de drogadicción, a donde la Cuarta Transformación no ha llegado.
En ese sector del poniente de la ciudad las y los niños son testigos de violencia familiar, sexual, drogadicción y homicidios, en ese entorno crecen, viendo esos hechos como “normales” y repitiendo los círculos viciosos.
El ataque armado ocurrió al filo de las 21:00 horas, en la casa de la septuagenaria en donde la mujer atendía a su hija que se encontraba en recuperación tras haber sido víctima de una agresión armada con anterioridad.
Ahí, a la humilde vivienda ubicada en la calle Ventolera, llegaron los sicarios con la intención de rematar a la fémina y de nuevo no lo lograron, gracias a que su madre interpuso su cuerpo para recibir las balas que le quitaron la vida en el instante.
Muchos cuestionarán ¿en qué anda la hija? En lo que sea, seguramente el sacrificio de la madre la obligaran a cambiar el camino y de ser necesario asumir responsabilidades, señalando a los ejecutores para que paguen su crimen… Ojalá las autoridades también hagan su parte.
Y previo a este hecho, se registró otro ataque armado que dejó a un hombre sin vida en la colonia Machi López, luego de que los tripulantes de un vehículo le dispararon cuando caminaba por las calles Joaquín Durán y República de Belice… Una noche que nuevamente anduvieron sueltos los demonios.
Trata y explotación de niñas y adultos, no debe dejarnos indiferentes
Y un caso que fue opacado por la tragedia del camionazo de Tufesa ocurrido la semana anterior, fue la localización de 10 niños y niñas junto a tres adultos que eran víctima de trata de personas por parte de una pareja que fue detenida por elementos de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal.
De hecho, me tocó ver a dos de las menores junto a una mujer con un niño en el rebozo, en el cruce de los bulevares Solidaridad y Lázaro Cárdenas, las niñas de escasos seis u ocho años realizaban malabares arriesgándose entre los carros mientras que la adulta con todo y bebé aguantaba las altas temperaturas y pedía limosna a los automovilistas.
La verdad pensé en reportar a las menores al DIF, incluso tomé unas fotografías, pero el día a día nos gana y lo dejé pasar, pese a que las vi como cuatro días en una semana, pero siempre sale una urgencia u otra y lo olvidé, hasta que vi el reporte policiaco.
Qué bueno que la autoridad actuó y sobre todo que detuvo a los tratantes de personas, pero me quedé con el cargo de conciencia de no haber hecho el reporte correspondiente.
Lo lamentable es que nos acostumbremos a ver a las y los menores mendingando en la calle con todos los riesgos que ello implica y no hagamos el reporte para que la autoridad tome cartas en el asunto.
Tristemente, este caso no es el único, esas personas recorren el país llevando a sus víctimas amenazadas, las someten a jornadas extenuantes, sin comida, y ellos se quedan con jugosas ganancias, porque de acuerdo con la imagen que enviaron las autoridades tenían bastante dinero en billetes y monedas en varias bolsas, que ojalá se repartan entre las víctimas como reparación del daño.
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