La Iglesia Católica de México ha manifestado su rotundo rechazo a la iniciativa que busca legalizar en el país el suicidio asistido y la eutanasia. A través del editorial del semanario Desde la Fe, editado por la Arquidiócesis Primada de México, la institución señaló “algunos puntos incorrectos” del proyecto presentado recientemente ante ambas cámaras del Congreso de la Unión, argumentando que esta práctica no es equiparable a “el bien morir”.
Según la Iglesia, considerar “indigna a la vida que tiene dolor y sufrimiento” y que la Constitución no deba protegerla, constituye un error mayúsculo. Calificó de “espeluznante” la acción de ofrecer la muerte como una salida a las personas con enfermedades terminales, pues esto “implica derrotarnos en las posibilidades de ofrecer alivio, acompañamiento y consuelo, a pesar de los avances de la ciencia”.
El editorial recordó que la Asociación Médica Mundial y el Consejo Europeo se oponen a estas prácticas, pues “la ética médica debe respetar la dignidad humana en todo momento” y el dolor no elimina dicha dignidad. La publicación subrayó que argumentar que el bien morir es dar muerte sin dolor es otro error, ya que “el bien morir significa poder vivir los últimos momentos con todas las atenciones físicas, emocionales y espirituales. Para morir bien, implica poder vivir bien esos últimos momentos”.
La propuesta legal fue desarrollada a iniciativa de Samantha Martínez, una joven de 30 años que vive con una insuficiencia renal crónica y una enfermedad autoinmune incurable. El pasado 27 de octubre, cuando presentó el proyecto, Martínez afirmó que no quiere morir, pero “también quiero tener la posibilidad de decidir” cuándo sea el momento de dejar de vivir.
Desde la Fe argumentó que para los casos de enfermedades terminales existen los cuidados paliativos, los cuales “permiten cada vez más a las personas, morir acompañadas de sus familiares, en casa, de manera natural”. La publicación señaló que los avances científicos en estos tratamientos han provocado una disminución en las solicitudes de eutanasia en países donde ya está permitida. Por lo tanto, aunque “son bastantes” los recursos económicos necesarios para garantizar el acceso a medicamentos que contrarresten el dolor, estos “son necesarios por la dignidad de todos los mexicanos, sanos y enfermos. Querer reducir esos gastos ofreciendo la eutanasia es inhumano, y es símbolo de un estado claudicante a su deber”.
Finalmente, el editorial criticó el fundamento de la propuesta en el carácter laico del Estado, señalando que confunde argumentos y están “fuera de lugar”, pues son “antropológicos, médicos, éticos y jurídicos, sin importar la fe de las personas”. También cuestionó el mecanismo que propone la iniciativa para hacer efectiva la eutanasia, el cual incluye la participación de un notario público que certifique la validez de la petición de los pacientes, preguntando si los notarios tendrían derecho a la objeción de conciencia. La publicación omitió mencionar que la reforma legal, de aprobarse, sería una opción voluntaria y no obligatoria para pacientes o médicos, quienes podrían ejercer su derecho a la objeción de conciencia.