Relaciona entorno alimentario con obesidad; Investigación del CIAD

Relaciona entorno alimentario con obesidad; Investigación del CIAD

En colonias de alta marginación abundan las tiendas de conveniencia, además de que una alimentación saludable es más costosa, por lo que se requiere políticas públicas que tomen en cuenta aspectos de salud, entorno alimentario y contexto social de las personas

Redacción Entorno Informativo

Expertos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) analizó el impacto de los cambios en el entorno alimentario en colonias de media y alta marginación en Hermosillo, entre 2010 y 2023, en la que se incluyó a 104 jefas de familia y 80 establecimientos de alimentos como supermercados, tiendas de abarrotes, fruterías y tiendas de conveniencia.

En colonias de marginación media, el número de tiendas de conveniencia pasó de 0.5 a 2.5 por kilómetro cuadrado entre 2010 y 2020, mientras que los supermercados aumentaron de 0.2 a 1 en esa área, mientras que en colonias de alta marginación, solo las tiendas de conveniencia mostraron un crecimiento significativo, pasando de 0 a 1.

Estos cambios se asociaron con indicadores alimentarios y de salud: las mujeres que vivían en colonias con más tiendas de conveniencia presentaron mayores índices de obesidad, circunferencia de cintura y prevalencia de hipertensión arterial, en comparación con aquellas que no enfrentaron estos cambios.

Por otro lado, una reducción en la cantidad de fruterías y supermercados se asoció con una prevalencia mayor de hipertensión, así como el consumo alto de energía y carbohidratos; es decir, de alimentos densos en estos componentes alimentarios.

Los resultados revelaron que los alimentos poco saludables, como bebidas azucaradas, botanas, comida rápida, pastelitos y dulces, son más accesibles tanto por el precio como por la variedad y la cantidad de establecimientos donde se venden.

Esto coincide con la percepción de las madres de familia, quienes señalaron que llevar una alimentación saludable es costosa y difícil y requiere mayor tiempo de preparación.

Esta percepción, junto con los precios altos de los alimentos frescos, conduce a decisiones de compra de alimentos más baratos y convenientes, aunque de menor calidad nutricional.

Entre 2021 y 2023 el entorno alimentario no mejoró: los precios de los alimentos saludables aumentaron significativamente, mientras que su disponibilidad disminuyó. Además, los establecimientos que venden alimentos no saludables se multiplicaron. Este panorama tuvo un impacto en la salud de las participantes, con un incremento en los casos de obesidad, diabetes e hipertensión.

De hecho, el incremento de los precios a los alimentos saludables se asoció con una mayor circunferencia de cintura de las participantes. Además, aunque se registró un aumento leve en el consumo de productos de origen animal, cereales y aceites, disminuyó el consumo de frutas, verduras y alimentos procesados durante ese periodo de tiempo.

Un aspecto clave del estudio fue analizar cómo las decisiones alimentarias están influenciadas no solo por el entorno, sino también por factores culturales.

Aunque las participantes reconocieron las dificultades para acceder a alimentos frescos y saludables, algunas de ellas señalaron que sus tradiciones familiares y preferencias culturales juegan un papel importante en la selección de alimentos.

Por ejemplo, a pesar de la creciente oferta de alimentos ultraprocesados, las mujeres destacaron que conservan prácticas y costumbres culinarias que se han pasado de generación en generación.

Este estudio aporta evidencia sobre cómo los cambios en el entorno alimentario afectan la salud y la nutrición de mujeres en comunidades vulneradas.

Además, subraya la importancia de considerar factores sociales y culturales en el diseño de políticas públicas relacionadas con la seguridad alimentaria. Es decir, no basta con promover una alimentación saludable; es fundamental garantizar que las familias tengan acceso a alimentos frescos, variados y a precios bajos.

Por otro lado, integrar elementos culturales en las intervenciones de salud pública podría ser clave para fomentar hábitos alimentarios saludables y sostenibles. En última instancia, combatir la obesidad y las enfermedades no transmisibles requiere un enfoque integral, que contemple no solo factores biológicos, sino también el entorno alimentario y el contexto social y económico de las personas.

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