El 4 de octubre, las chelerías ambulantes en la Ciudad de México dejaron de operar tras la entrada en vigor de las sanciones aprobadas por el Congreso local, las cuales ya se publicaron en la Gaceta Oficial. La venta de bebidas alcohólicas en la vía pública, como tianguis, banquetas o exteriores de domicilios particulares, sin los permisos correspondientes, será castigada con multas económicas y hasta penas de cárcel, debido a que estas prácticas infringen la seguridad ciudadana.
Este tipo de negocios improvisados, que comenzaron a ganar popularidad después de 2012, sobre todo en la alcaldía Cuauhtémoc, ofrecían diversas bebidas como micheladas y azulitos, y se habían consolidado como un lugar de convivencia para muchas personas. No obstante, desde el año pasado, las autoridades capitalinas reforzaron los controles para erradicar estos puestos, que proliferaban en todas las alcaldías de la Ciudad de México y también en la zona metropolitana.
En septiembre de este año, el jefe de Gobierno, Martí Batres, presentó varias iniciativas al Congreso, entre ellas la conocida como “Ley Michelada”, la cual busca eliminar la venta de alcohol en la vía pública. Aunque las chelerías se habían normalizado hasta convertirse en parte del paisaje urbano, las autoridades capitalinas decidieron tomar medidas para recuperar el control de las calles.
De acuerdo con las reformas al artículo 32 de la Ley de Cultura Cívica, quienes operen estos establecimientos ambulantes sin autorización recibirán multas que oscilarán entre 2,171 y 3,257 pesos, arrestos de 25 a 36 horas, o trabajos comunitarios de 12 a 18 horas. Las únicas excepciones serán los puestos que funcionen en romerías, festividades o ferias, siempre que cuenten con los permisos correspondientes.
Con esta medida, las autoridades buscan mejorar la seguridad y el orden en la ciudad, eliminando las chelerías que durante años formaron parte del día a día en muchas colonias de la capital.