Fidel Herrera Beltrán, quien gobernó Veracruz de 2004 a 2010, fue una figura que combinó su fervor político con una personalidad desbordante, cercana al pueblo y cargada de simbolismos. De verbo florido y paso ágil, el exgobernador priista —nacido en marzo de 1949 en Nopaltepec— dejó una marca imborrable en la vida política del estado y en la memoria colectiva de sus paisanos.
Amante del béisbol, del boxeo y del cine de acción, Herrera Beltrán solía bromear que fuera del cargo era simplemente un padre de familia aficionado a las películas y lector constante. En su etapa política, sin embargo, se manejaba con desconfianza: “Cuando uno se mueve en una arena política, donde los golpes pueden venir de cualquier lado, uno debe ser hombre humilde y leal hasta las cachas”, confesó en entrevista con REFORMA.
De presencia llamativa —casi siempre con su característica corbata roja—, fue un experto en apodos, un hombre que hablaba con entusiasmo y que rara vez pasaba desapercibido. Su habilidad para conectar con distintos sectores de la sociedad veracruzana fue clave: desde campesinos y petroleros hasta empresarios y maestros, todos encontraban en “El Tío Fide” una figura que prometía soluciones rápidas y con café de por medio. “A ver a ver, con cafecito vamos viendo este asuntito”, solía decir.
Durante su campaña en 2004, desafió abiertamente al entonces presidente Vicente Fox. “Nunca competimos contra el PAN sino con el Presidente Vicente Fox, contra el Gobierno federal, sin embargo, ganamos, pese a los cientos de panistas que trajeron de otros estados para manipular la elección y la visita de funcionarios federales”, denunció desde un mitin. Ese mismo año, celebraba su victoria con un estilo particular: “Fidel Herrera, za za za, a ganar, yacuzá”.
El ingenio de su equipo de campaña no se quedó atrás. Una de las estrategias más recordadas fue la distribución de los refrescos “Tío Fide”, ideados por la embotelladora El Jarocho, que sirvieron como símbolo de cercanía con el electorado. Tras la contienda, ofreció reconciliación al expresidente Fox: “Ya no traigo guantes, tengo la mano abierta y lo llamo a trabajar por Veracruz”.
Pese a su estilo populista y su destreza política, el legado de Herrera estuvo lejos de ser impoluto. Su nombre quedó vinculado a acusaciones de haber permitido la operación del crimen organizado en el estado. En 2017, el entonces secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Jaime Téllez Marié, declaró que en un expediente judicial en Texas se encontraba el testimonio de un testigo protegido que señalaba el pago de 12 millones de dólares al exgobernador a cambio de dejar actuar a grupos del narcotráfico como Los Zetas.
Además, en 2013 fue nombrado por la revista Forbes como una de las “10 personas más corruptas en México”. Aún así, el propio Herrera mantenía un espíritu irónico y desenfadado frente a las críticas. En 2008, su ya legendaria suerte quedó sellada cuando ganó 25 millones de pesos en la Lotería Nacional, de los cuales repartió la mitad entre amigos, comerciantes y personajes del Puerto de Veracruz. Incluso en 2009 volvió a ganar, aunque no detalló cuánto recibió. “Siempre he tenido suerte desde chamaco”, dijo en tono jocoso.
Su carrera diplomática lo llevó a Barcelona como cónsul de México entre 2015 y 2017, aunque tras ese periodo se mantuvo al margen de la vida pública. El destino, sin embargo, le reservó un giro inesperado: en 2018 sufrió un derrame cerebral que mermó seriamente su salud, y en años posteriores sus apariciones se volvieron esporádicas y cada vez más opacas.
Fue Javier Duarte, su sucesor y discípulo político, quien heredó el gobierno estatal, pero también los escándalos. Al conocer la noticia de su fallecimiento, Duarte escribió: “Con profundo dolor lamento el fallecimiento del Gobernador Fidel Herrera Beltrán, quien fue mi director de tesis en mi licenciatura, mi testigo en mi boda, el padrino de bautizo de mi primer hijo, mi jefe, mi maestro y mi amigo. Hombre de una inteligencia y habilidad excepcional reconocida por propios y extraños, aparte de haber sido uno de los mejores Gobernadores que Veracruz ha tenido en toda su historia”.
Así se cierra el ciclo de un político controvertido, hábil y carismático, cuya vida transcurrió entre el bullicio de la plaza pública, el azar de los billetes de lotería y los claroscuros del poder.