El Hijo del Santo se encuentra inmerso en un momento de gran trascendencia histórica, íntimo y profundamente simbólico: la despedida final del ring. Tras 43 años de trayectoria profesional, caracterizada por caídas, innumerables triunfos, el uso de la icónica máscara y la construcción de un legado incomparable, ha iniciado la cuenta regresiva hacia un adiós que conmueve a toda la nación mexicana. Este evento no representa únicamente el fin de una carrera deportiva, sino también el cierre de un capítulo que dejó una huella en varias generaciones, manteniendo viva una figura sagrada para la cultura popular y magnificando un apellido que, por sí mismo, constituye un mito nacional.
En una conversación con el medio Publimetro, El Hijo del Santo se abrió con honestidad, nostalgia y gran serenidad para explicar las razones por las cuales considera que este es el momento idóneo para su retiro. El público, que a lo largo de décadas lo ovacionó al grito de “¡Santo, Santo, Santo!”, lo escucha ahora hablar, no desde la intensidad del combate, sino desde la gratitud, la memoria y la transformación personal.