Los embutidos pueden llegar a ser muy ricos y fáciles de preparar, sobre todo cuando se trata de realizar un desayuno y cuentas con poco tiempo.
Este alimento representa la manera más práctica de llevar un bocado que puedas disfrutar fácilmente en cualquier parte que te encuentres.
Existe gran variedad de embutidos y sin duda alguna, el jamón es una de las presentaciones que más se encuentra en los hogares y es que, ¿quién no se ha preparado un rico sándwich a la hora del desayuno o en la merienda?
Existen diferentes variedades de jamón y dependiendo de ello varía su costo, sin embargo, podría considerarse que, este producto es accesible para la mayoría de las familias, generando así, que tenga un alto consumo.
La presentación en la que suele venir este producto es, en delgadas rebanadas y empaquetado en plástico que puede o no, contar con un sellado para evitar la exposición a patógenos o apariencia seca por pérdida de humedad.
Justo estas características lo hacen un producto estrella que se encuentra listo para incorporar en tus platillos sin necesidad de realizar algún proceso para su preparación. Los jamones son carnes frías y por ello, siempre deben de guardarse en la nevera o refrigerador.
Como la mayoría de los productos, cuentan con un sello de caducidad, indicando cual es el tiempo máximo de consumo. Te recomendamos respetar y consumir el jamón antes de la fecha indicada, previniendo así, la ingesta de un alimento en mal estado que pueda poner en riesgo tu salud.
Sin embargo, en algunas ocasiones, aunque este embutido no haya sobrepasado su tiempo de consumo, podemos notar que cuenta con una consistencia extraña, te diremos de qué se trata a continuación.
¿Qué es la «baba» que aparece en el jamón?
Al pasar los días de haber adquirido este producto, puedes percatarte que empieza a tener una consistencia viscosa y babosa, incluso, sin que se modifique el aroma del jamón.
Como todos los productos perecederos, el jamón tiende a descomponerse con facilidad y el empaque en el que suele venir, no es del todo adecuado una vez que se abrió.
Lo que realmente estas observando en esta sustancia blancuzca y babosa, son bacterias benignas, y algunos lactobacilos, las cuales son responsables de alterar el sabor y olor de los productos.
El Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), comenta que se trata de la presencia de bacterias ácido lácticas que, crecen por los carbohidratos de estos alimentos y el alto grado de humedad; el prefecto medio para su proliferación.
El jamón cuenta con la presencia de estas bacterias al ser empaquetado y se compara con los lactobacilos, al considerarlas como buenas. Sin embargo, son responsables de modificar la ácides del jamón, lo que es un indicativo que ya no debería de comerse.
Muchas personas optan por enjuagar las rebanadas de jamón para retirar la cubierta de baba y posibles malos olores, pero, no es recomendable llevar a cabo esta práctica.
En el momento que la consistencia del jamón cambia, lo óptimo es desecharlo, puesto que no se sabe si existen otro tipo de bacterias proliferando en el alimento.
El CIAD, advierte que los alimentos que se preparen con jamón u otro tipo de embutidos deben ser guardados en recipientes o bolsas herméticas y refrigerados hasta su consumo, así se evitará la proliferación de bacterias.
¿Cómo evitar la temprana aparición de bacterias?
- Procura adquirir un producto que no tenga próxima su fecha de caducidad.
- Una vez abierto, consume en el menor tiempo posible.
- Transfiere el restante del jamón no consumido a recipientes de vidrios herméticos, garantizando mantener una humedad constante y evitando una contaminación cruzada.
- Puedes envasar al vacío y envolverlo en papel parafinado o film de cocina.
- Mantén el jamón a una temperatura de 0 a 2 grados centígrados hasta su consumo final.
Así que ya lo sabes, con estos sencillos trucos mantendrás en perfecto estado las características y propiedades de tu jamón y si su consistencia cambia, lo mejor será ir a comprar nuevamente el producto fresco.