Nathan Hochman, fiscal de distrito, y Jim McDonnell, jefe de la policía angelina, comunicaron oficialmente que Nick Reiner, de 32 años, enfrentará cargos por los asesinatos del director Rob Reiner y su esposa Michele Singer. Este anuncio ocurre apenas 48 horas después del hallazgo de los cuerpos con lesiones punzocortantes en su residencia del exclusivo sector de Brentwood. Aunque se preveía que el imputado, actualmente bajo custodia sin fianza, compareciera ante el tribunal el día de ayer, Alan Jackson, su representante legal, informó que problemas de salud impidieron su traslado, postergando el acto procesal para esta semana.
Los fiscales buscarán castigar el crimen bajo la figura de homicidio en primer grado con el agravante de muertes múltiples y la utilización de un arma blanca, mientras que la defensa aún no ha emitido una declaración formal. Las investigaciones preliminares, compartidas de forma anónima a medios de comunicación, sugieren un ataque violento, aunque el móvil permanece bajo estricta reserva policial.
Nick, el segundo de tres hermanos, mantuvo históricamente un vínculo complejo con su progenitor, marcado por una severa crisis de adicción que lo llevó a pasar por 17 rehabilitaciones y vivir en la precariedad total. Al respecto, el joven relató anteriormente: “Estuve sin hogar en Maine. Estuve sin hogar en Nueva Jersey. Estuve sin hogar en Texas.”, añadiendo que “Pasé noches y semanas en la calle. No fue nada agradable.” En sus testimonios sobre esa etapa, admitió que “Cuando estuve en las calles, pude haber muerto. Todo es cuestión de suerte. Uno tira los dados y espera sobrevivir.” Esta cruda realidad fue la base de la cinta Being Charlie (2015), filme dirigido por Rob Reiner donde se retrata el conflicto de un joven adicto. Sobre esta obra, Nick aclaró: “No es mi vida”, pero aceptó que “Estuve en varios de esos lugares, así que conocía muchas de esas historias.” Durante la promoción de la cinta, surgieron revelaciones sobre la dinámica familiar; Rob admitió que “Cuando Nick nos decía que no le estaba funcionando, no lo escuchábamos. Estábamos desesperados y, como esas personas tenían títulos colgados en la pared, les creímos a ellos cuando deberíamos haber escuchado a nuestro hijo.”, mientras que Michele Singer confesó: “Estábamos muy influenciados por esas personas.
Nos decían que él mentía, que intentaba manipularnos. Y les creímos.” Nick, por su parte, manifestó en aquel entonces su deseo de superación: “Me harté. Me cansé de hacer esa mierda. Vengo de una buena familia. No debería estar en la calle o en refugios para personas sin hogar haciendo todas esas cosas.” A pesar de que la producción del filme fue descrita como un proceso donde “hubo desacuerdos”, resultó ser “muy difícil” y en ocasiones “abrumador”, el cineasta señaló que “No buscábamos que fuera catártico ni terapéutico, pero terminó siéndolo.” La película concluye con una disculpa ficticia que parecía sanar heridas reales: “Charlie, sé que estás enojado conmigo y que probablemente no quieras escuchar esto ahora, pero sí te amo”, palabras seguidas de un sincero “Lo siento.
Todos los expertos con un escritorio y un diploma me dijeron que tenía que ser duro contigo, pero cada vez que te enviábamos a otro de esos programas veía cómo te alejabas de nosotros. Y lo único que me repetía era que prefería tenerte vivo y odiándome, que muerto en la calle. Entonces, ¿qué quieres que haga? Dime qué hacer.” Años después, Nick buscaba autonomía, declarando que “Creo que por ahora lo mejor para mí es ser un poco independiente. Pero eso no significa que no haya sido una experiencia increíble”, mientras su padre elogiaba su potencial afirmando: “Él fue el corazón y el alma de la película, y cada vez que tenga la oportunidad de trabajar con él lo haría. Pero entiendo que quiera forjar su propio camino. Sé lo que es eso, yo pasé por lo mismo. Es brillante, talentoso y va a encontrar su rumbo”.

