El lanzamiento de “Joker” en 2019 fue un éxito inesperado para Warner Bros., con una recaudación mundial superior a los mil millones de dólares, a pesar de tener un presupuesto de solo 55 millones. La actuación aclamada de Joaquin Phoenix y la dirección de Todd Phillips convirtieron la película en un fenómeno cultural, lo que llevó a la creación de una secuela.
Sin embargo, el estreno de “Joker 2” evidenció una disminución en el interés por el personaje y un desencanto generalizado hacia la estrategia de la productora. La crítica especializada ha sido especialmente dura, otorgándole un promedio de 46 puntos sobre 100 en Metacritic, un 5.4 de 10 en IMDb y un 33% en Rotten Tomatoes. Estos resultados reflejan la pérdida de conexión con el público, algo que Warner ha experimentado en varios de sus últimos proyectos.
Un claro ejemplo de este declive fue “The Flash” (2023), que, con un presupuesto de 200 millones de dólares, solo alcanzó una taquilla global de 268 millones. Otro fracaso notable fue “Black Adam” (2022), protagonizado por Dwayne Johnson, que tampoco logró cumplir con las expectativas de taquilla.
Estos tropiezos han generado dudas sobre la capacidad de Warner Bros. para revitalizar sus franquicias de superhéroes y antihéroes. Uno de los problemas principales ha sido la incapacidad del estudio para adaptarse a los cambios en la industria del entretenimiento. Con el auge de las plataformas de streaming, el consumo de contenido ha cambiado drásticamente. Aunque HBO Max ha sido parte de esta transición, no todas las producciones han logrado éxito en taquilla antes de llegar al streaming, mientras que competidores como Disney han sabido aprovechar mejor sus franquicias icónicas.
El desgaste de personajes oscuros y antihéroes, que alguna vez fueron populares, parece haber alcanzado su límite. La falta de propuestas frescas y arriesgadas ha llevado a Warner a mantener fórmulas predecibles que ya no conectan con el público actual. Además, la competencia con otros estudios y plataformas ha reducido el margen para películas que no ofrezcan innovaciones narrativas o visuales significativas.
Warner también ha intentado capitalizar el poder de las redes sociales y la viralidad, pero con resultados desiguales. Aunque algunas producciones generan interés momentáneo en redes, como fue el caso de “The Flash”, esto no siempre se traduce en ventas de boletos.
Frente a estos desafíos, Warner Bros. parece estar en una crisis de identidad, mientras busca ajustarse a la era del streaming y la viralidad. Es probable que el estudio necesite reestructurar sus estrategias, alejándose de franquicias agotadas y apostando por nuevas historias que se adapten mejor a las dinámicas actuales del consumo audiovisual.