Trump busca rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América”

Trump busca rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América”

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dado un paso polémico al firmar un decreto en su primer día de mandato que establece el inicio del proceso para cambiar el nombre del Golfo de México por “Golfo de América”. Esta región marina, de gran relevancia histórica y comercial, es considerada por el mandatario como un símbolo de la supremacía estadounidense.

“Estados Unidos reclamará su lugar legítimo como la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, inspirando el asombro y la admiración de todo el mundo”, declaró Trump en su discurso inaugural tras jurar como el 47.° presidente. En ese contexto, también anunció que pronto se implementará el cambio de nombre del Golfo de México.

El mandatario ya había manifestado esta intención en una conferencia en Mar-a-Lago a principios de enero, donde describió el nuevo nombre como “hermoso” y “apropiado”, justificándolo con el argumento de que Estados Unidos realiza “la mayor parte del trabajo en la zona”. Sin embargo, no ofreció detalles sobre cómo respaldaría esta afirmación.

La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió al planteamiento recordando que el nombre “Golfo de México” tiene reconocimiento internacional y propuso, de manera irónica, renombrar el suroeste de Estados Unidos como “América Mexicana”. Argumentó que territorios como Texas y Florida formaron parte de México durante siglos y que el nombre actual del golfo ya se utilizaba incluso antes de la independencia estadounidense.

Este cuerpo de agua ha sido una ruta crucial para el comercio y el desarrollo cultural desde tiempos prehispánicos, mucho antes de la llegada de Colón y la posterior colonización europea. En el siglo XVI, los exploradores españoles registraron por primera vez el término “Golfo de México” en sus mapas.

El proceso para cambiar un nombre geográfico en Estados Unidos requiere la aprobación de la Junta de Nombres Geográficos (BGN, por sus siglas en inglés). Este organismo evalúa solicitudes de cambio basándose en razones convincentes y en la aceptación local. En casos anteriores, como el renombramiento del Monte McKinley a Denali en 2015 por parte de Barack Obama, la BGN respaldó la decisión pese a las críticas de Trump, quien ahora busca revertir esa medida.

Si la BGN diera luz verde al cambio propuesto, el nuevo nombre sería oficial en mapas y documentos federales de Estados Unidos, aunque no tendría obligación de ser adoptado por México ni Cuba, los otros dos países que comparten esta región. Además, organismos internacionales como la Organización Hidrográfica Internacional (IHO) podrían intervenir para buscar consenso, aunque no existe un protocolo formal para la designación de nombres en zonas marítimas.

La propuesta ha generado una ola de reacciones a nivel internacional. En la ceremonia de inauguración, mientras Trump reiteraba sus planes, se observó a Hillary Clinton, exsecretaria de Estado y rival política, riéndose desde su asiento, lo que simboliza el escepticismo generalizado sobre la factibilidad de llevar a cabo este controvertido cambio.

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